EL FIN DEL MUNDO
De vez en cuando
Para seducirme mi cuñada
Que es testigo de Jehová
Me habla del fin del mundo
Y yo le digo que ella, que es honrada
No debiera de follar tanto
Como hacen las Hijas de Dios
Que paren como conejas
O las católicas apostólicas
Que aceptan los hijos que Dios les de
Tragándose el semen
De sus machistas esposos.
Un día, mi cuñada
Me llevó por los cerros de Úbeda (Jaén)
Por donde ni Dios nos viera
A follar como burro y jumenta
Hechos dos terribles fieras.
Ella me dio de su tórtola halagüeña
Metiéndole yo Amor
Hasta tocar su campanilla.
-Traga, serranita, traga
Semen de mi huevera
Que puede ser que mañana
No puedas tragarle
Porque te conviertas en calavera.
Una vez hecho el Acto
Ella dejó sus piernas medio abiertas
Reposando yo mi cabeza
En su tórtola halagüeña,
Me quedé dormido entre sus pelos
Hasta que un astuto perro sin amo
Me lamió el pene con la lengua
Mordiéndome un huevo, el derecho
Dando yo tal grito
Que tembló toda la sierra
Haciéndole despertar a ella preguntando:
-¿Ya estamos en el Paraíso?
-Sí, le contesté yo
Sacándole la lengua.